Radio Sant Vicenç

10contra1 - para fanáticos de la cultura y el cachondeo - se emite todos los lunes y sábados a las 22:00h en Ràdio Sant Vicenç (90.2fm)

domingo, 24 de febrero de 2013

El duelo y la fiesta por Jenn Díaz


Cada vez que empiezo un libro de Jenn Díaz, he tenido la sensación de que estaba leyendo una obra mucho más profunda y compleja de lo que pueda aparentar a simple vista.

Y mira que sus tramas se pueden resumir en media frase:

Belfondo - Un pueblo está con la mosca detrás de la oreja.
El duelo y la fiesta - Una mujer se muere con malos modos.

Una cosa está clara. La gran baza de esta autora insultantemente joven (esto siempre mola colarlo) es que está dotada de una inteligencia emocional que sabe dosificar adecuadamente para crear de la nada personajes convincentes. No está tan verde como en algunas críticas nos quieren hacer creer. Para nada. Si a mí me dicen que sus novelas están escritas por un viejo loco sueco de setenta años, me lo creo. De hecho, si nos ponemos en plan conspiranoico esa puede ser la solución al enigma de su talento. (Ya nos la metieron doblada con los Milli Vanilli, los condenados).

Además hay un dato que libreros, críticos y editores suelen pasar por alto. Y es que la Srta. Díaz, tiene un estilismo parecido algo más que razonable con la mítica Melinda Culea. Esa misteriosa reportera que se pasaba los días haciendo de enlace entre el Equipo A y esa pobre gente asediada por unos matones que tenían más pinta de pardillos que de terroristas sangrientos.





Pero no nos vayamos por las rimas y los desprendimientos de rutina. Supongo que habrá opiniones de todo tipo así que la siguiente pregunta que surge es: ¿Qué novela es mejor Belfondo o El duelo y la fiesta? Pues depende, porque cada una tiene sus cosillas destacables.

En Belfondo: nos va presentando los personajes de manera progresiva con un ritmo in crescendo hasta llegar al clímax (¡qué gran revista ochentera!) final. Además recrea una atmósfera tan extraña como fascinante.

En El duelo y la fiesta, las historias de los personajes se entrelazan desde el principio (en plan Pulp Fiction total pero sin hostias) y parecen unidos por la unidad filosófica sostenible de madre e hijo. Siempre en un tono mucho más realista.

De las dos, no sabría decir cuál me gusta más. Depende del día, supongo. Coincide que ambas contienen una estructura  muy visual como ya advertí en mi anterior reseña de Belfondo. Quizá este nuevo libro tiene tintes más claustrofóbicos y, personalmente, con el tema materno de por medio me cuesta conectar. Puede que el debut tenga un punto de frescura y osadia que se echa en falta en el segundo. Aún así son dos libros recomendables.

A lo mejor no es el tipo de libro que yo regalaría a un amigo, pero sí  es de esos placeres que gusta descubrir por uno mismo. De hecho, estoy seguro que muchas personas que se atrevieron con Belfondo habrán apostado por continuar la trayectoria con este El duelo y la fiesta


También me pasa una cosa curiosa. Por ejemplo, yo disfruto como un enano con los thrillers de José Carlos Somoza, pero una vez leídos dudo mucho que vuelva a releerlos algún día. Me da una pereza tremenda. En cambio, la obra de Jenn me deja sembrada una semillita que hace que esté convencido que, de aquí a un tiempo, volveré a invertir un ratillo en ellos para releerlos.

Lo único que no me convence son los títulos de sus obras. No me enganchan; me suenan a pastelazo de los gordos. De esos libros odiosos que me obligaban a comprar cuando estaba en el colegio. Si no fuese porque están publicados por Principal de los Libros (para mí y para otra muchas personas es garantía de calidad) no habrían captado mi atención. Siendo un poco atrevido y pervirtiendo la obra ¿No molarían más estas propuestas?

"Belfondo en llamas", "Masacre en Belfondo", "Belfondo: límite 48 horas", "Los últimos días de Belfondo"...

"Trágico acontecimiento en villa Valente", "La misa más oscura del Padre Damián", " "¡Blanca... Poeta... enséñanos lah tetah!", "el cura, el profe y la madre que los parió a todos"...

Resumiendo, que no es participio ni infinitivo, lo que práctica Jenn Díaz es una oda a la literatura en toda regla. Leerla es un enorme gustazo porque se nota que vive sus historias intensamente y con libertad absoluta. Crea universos coherentes, sin fisuras. Se mueve como pez en el agua desprendiendo una naturalidad poco corriente en este tipo de relatos de corte clásico. Además tiene un don que no todos los escritores conservan: estar más preocupada por crear que por vender. La chica tiene marca. Pureza. Por lo que, si mantiene su valor e imaginación nos irá regalando periódicamente pequeños retales de mundos que nunca existieron y sin embargo, forman parte de nosotros.

Y ahora me voy a la cocina a tomarme mi vasito de Eko que me lo he ganado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todas las emisiones